"El diamante que eres"
Queridos amigos, os recibimos un día más con los brazos abiertos y el corazón contento, alegre, porque estáis aquí. Porque nos permitís un día más hacernos presentes en vuestra vida.
Sabemos los momentos complicados que atravesáis y la carga que eso supone a nivel físico, mental, psicológico, emocional y espiritual. Así es que hoy queremos haceros un regalo: como un “spa”. Queremos que os sentéis u os tumbéis de manera cómoda y relajada, que repaséis vuestro cuerpo y si detectáis alguna zona que está en tensión, la movilizáis para que se relaje y suelte esa tensión. Sentid vuestro cuerpo hundirse.
Imaginad que estáis bajo una ducha de agua calentita, o fría, según vuestra apetencia, con la presión justa y adecuada. Sentid como el agua cae sobre vuestro cuerpo, masajeándolo. Cómo produce un efecto relajante sobre vuestra piel. Sentid cómo esa agua no solamente masajea vuestro cuerpo físico y arrastra todas las impurezas que puedan recubrir vuestra piel fruto del día a día de la vida, sino que es como una lluvia energética que limpia también vuestros cuerpos energéticos. Esa lluvia energética podéis percibirla como un cosquilleo, como la sensación que produce la energía estática en vuestra piel. Sentid cómo esa energía, en contacto con vuestros cuerpos energéticos, los ioniza y los libera de bloqueos, de energías estancadas. Es como una fricción que vuelve a poner todo en movimiento, haciendo que vuestra energía se libere. Y podéis visualizar cómo, igual que vuestra piel después del baño está brillante, vuestros cuerpos energéticos también relucen; los podéis sentir más ligeros, más expandidos.
Sabemos que os cuesta sentir esa energía, esos cuerpos, porque durante siglos la humanidad ha vivido desconectada de ellos de manera consciente. Habéis olvidado que están y que forman parte de vosotros, pero os animamos a recuperar la consciencia de ellos. Y la mejor manera de hacerlo es simplemente imaginándolos y abriendo vuestra mente a la posibilidad de que están ahí, de intentar sentirlos, percibirlos. Imaginad los colores que hay en ellos, su extensión. Dejad que vuestra intuición os guíe. Si los sentís muy cargados, si sentís presión, imaginad que desde vuestras piernas nacen unas profundas raíces que se introducen en la Tierra y cómo a través de ellas dejáis descargar toda esa pesadez, toda esa presión; la entregáis a la Tierra porque ella la transformará, y dadle las gracias por ello.
Y a la vez podéis sentir cómo a través de esas raíces sube una energía que es como la sabia de la Tierra que os alimenta y os nutre, que os revitaliza.
De igual modo, desde el centro del Universo baja una columna de luz que os envuelve. Una luz dorada, ligera, que os llena de energía y de vitalidad, se mezcla en vosotros con la energía de la Tierra. Sois antenas, canales entre el cielo y la Tierra.
Podéis simplemente visualizar esa energía que sube y baja y se entremezcla, cómo va recorriendo vuestros músculos, vuestros tendones, vuestros huesos, cada órgano. Sentid cómo se va renovando la energía en cada una de vuestras células, hasta sentiros ligeros y resplandecientes.
Y ahora imaginad cómo vuestros guías y nuestro equipo de “masajistas” os envuelven en una manta agradable. No es pesada, es ligera, con una textura muy suave y una temperatura perfecta. Os envuelven como si estuvierais completamente protegidos, cómodos, como en un saco que transpira y os permite respirar fácilmente. Esa manta es de un color blanco azulado y os va transmitiendo esa luz. Poco a poco sentís cómo vuestro cuerpo va captando esa luz blanca azulada que emite la manta y se va mimetizando con ella, como si fueseis un camaleón. Y simplemente intentad relajaros y no hacer nada, solo disfrutar de la quietud. Es como si os pudierais disolver confundidos con esa manta, como si vuestro cuerpo se disolviera y solo quedarais flotando dentro de esa manta como una nube de átomos.
Permítete simplemente flotar.
Y poco a poco siente cómo esa nube en la que te has convertido vuelve a hacerse un poquito más densa, a tomar la forma de tu cuerpo, a sentirse un poquito más sólida. Y puedes ver cómo tu cuerpo, que ahora es sólido, sigue desprendiendo esa luz blanca azulada. Siente cómo toda esa luz se va integrando en tus células, en la profundidad de tus órganos y en tu corazón. Y ahora puedes ver tu cuerpo tal como siempre es, pero sabes que en el interior, todo resplandece y guarda esta energía.
Es la energía Diamantina, porque en el interior sois diamantes. Solo tenéis que ir puliendo poco a poco cada una de vuestras capas para dejar que ese brillo diamantino florezca y llegue a la superficie.
La energía Diamantina tiene una alta vibración y va a despertar en vuestras células memorias elevadas, os va a ayudar con mayor facilidad con niveles de consciencia superiores de vosotros mismos.
Por favor, guardad esta imagen: sois diamantes, y cada vez que os sintáis manchados como el carbón y sucios, solo tenéis que soplar, y debajo aparecerá el brillo del diamante, porque el carbón y el diamante son una misma cosa. Así es que profundizad en vosotros mismos para dejar que salga vuestro brillo diamantino. No os engañéis, no os creáis carbón; tened, de verdad, esa certeza.
Recuérdatelo cada día: “Soy un diamante y sólo tengo que pulir cada día ese aspecto que el día me traiga”. Sin sentirme mal por ello sino agradeciendo la oportunidad de conocer y profundizar en ese aspecto de mi mismo. Sin miedo, simplemente con sinceridad con uno mismo, te paras a observar qué emociones te produce, qué miedos despierta esa circunstancia y simplemente reconócelos, obsérvalos y eso es suficiente. Después podrás soplar, como el polvo del carbón, dejar que todo se vaya y ver el brillo del diamante que aparece bajo eso.
Bueno amigos, hasta el próximo encuentro. Mucho ánimo y, de verdad, de verdad, sentiros diamantes.
Namasté. Hasta pronto.
Maestros, guías y seres de luz
a través de Pilar González