"Baila con tu divinidad"



Os envolvemos en nuestra luz. Es nuestra manera de recibiros con un abrazo. 
Posamos nuestra frente sobre la vuestra, nuestra mano sobre vuestro corazón, como saludo de respeto y de amor.

Hoy queremos hablaros de la alegría. Quizá penséis que no estáis en circunstancias que permitan hablar de la alegría. Sin embargo es un momento de felicidad universal, es decir, en el Universo, porque celebramos nueva etapa. Es como una puesta de largo, os hacéis “mayores” y, aunque todas las etapas son bonitas, esta etapa de juventud es preciosa porque es una etapa de vitalidad, de entusiasmo, de energía, es una explosión de creatividad y eso nos alegra enormemente desde otros planos.
Vosotros os encontráis aún en el umbral, habéis atravesado una puerta pero apenas habéis dado un paso dentro de este nuevo “estatus” vibracional. Sin embargo nosotros podemos ver toda la proyección, todas las posibilidades que se mueven en el campo, la potencia que encerráis. Y es maravilloso. Es maravilloso observar vuestra grandeza y cómo se irá desplegando, porque sois como un abanico de papiroflexia o esos cuentos de papel desplegable que montáis, ¿no? Estabais cerrados en un libro y ahora os habéis abierto y todo gana volumen y posibilidades. 
Pero bueno tenéis que hacer vuestro recorrido, ir ganando confianza en vuestra intuición, en vuestra creatividad, en vuestro potencial. Y os animamos, os animamos con entusiasmo a hacerlo, porque de verdad sois mucho más de lo que creíais ser y sabemos que vais a ir tomando conciencia de esto posiblemente más rápido de lo que creéis. 

Así es que sí, hoy queríamos hablar de la alegría, esa alegría que hasta ahora habíais buscado en el plano material a menudo. En el acúmulo de cosas, incluso en coleccionarlas, es un gran hobby que soléis tener. Pero bueno, es cierto también que es porque sabéis ver la hermosura en todo y a veces, pequeños detalles de la materia os hacen recordar la belleza de rincones de vuestra alma. 
A menudo también soléis pensar que la alegría os la traerán otras personas, otros seres, como vuestras mascotas o determinadas circunstancias o acontecimientos que esperáis en vuestras vidas. 
Pero todo eso es una ilusión irreal. Hay gente colmada de vienes materiales que no se siente feliz ni satisfecha, que persigue aún más poder, con codicia que nunca se ve saciada. Hay gente que tiene circunstancias ideales, una familia maravillosa, un trabajo estupendo y no se siente feliz. Entonces ¿dónde está la felicidad, que parece tan huidiza? Pues hay algo que podéis descubrir ahora en medio de todas estas circunstancias, y es: que la felicidad está dentro de vosotros. Así de sencillo. La felicidad es una actitud, un enfoque de vida, una decisión, si queréis, una elección. 
La felicidad está en ser coherente. En la aceptación, en el amor. Pero esa coherencia, esa aceptación y ese amor tiene que empezar por vosotros mismos; esto es importante que lo entendáis. Dejad de volcaros hacia fuera y llevad vuestra mirada hacia dentro, conectad con vuestro corazón. Con vuestro corazón, no con vuestro pensamiento.  Llevad las manos al corazón y preguntaos si sois coherentes con lo que vuestro corazón os pide. Si escucháis sus impulsos, sus necesidades. 
La aceptación, ¿cuándo vais a aceptaros?, ¿os ha ayudado en algún momento todo ese juicio que ejercéis sobre vosotros mismos? ¿toda esa crítica? ¿Os ha ayudado a mejorar? ¿a ser más felices? ¿o quizá necesitáis vuestro propio apoyo, vuestro propio reconocimiento, vuestra propia valoración positiva? ¿Realmente eres tan malvado? ¿realmente eres merecedor de castigo? ¿qué hay en el fondo de tu corazón? 
Quizá simplemente falte amor, ese amor que te has estado negando a ti mismo. Puede que creas que te lo han negado los demás pero eres tú quien lo está negando.
Ten compasión contigo mismo. Perdona tus errores  y permítete aprender de ellos. Si envidias a otro entrégate a ti mismo lo que crees que el otro tiene. Permítetelo, entrégatelo.
Si sientes miedo reconócelo, no hay nada de malo en ello, todos tenemos miedos. Ponle nombre, identifícalo. Quizá sea miedo a la soledad, miedo al rechazo, miedo a la pobreza, al sufrimiento, al dolor. La mayoría de vuestros miedos son infundados, no tenéis motivos reales para sentirlos. Se quedaron anclados en vuestro ADN multidimensional en otras vidas y es hora de soltarlos, de dejarlos ir, de sentirte a salvo, de confiar. El miedo es una falta de confianza en ti mismo y en el Universo que cuida, que te nutre, que te abraza. Acepta todas tus fragilidades, tus heridas, pero también todas tus capacidades y fortalezas. Y date tiempo para que esas facetas más frágiles se sigan desarrollando, sigan mejorando y acaben convirtiéndose en fortalezas también.

Y finalmente ámate. Ama cada célula de tu cuerpo físico que te permite disfrutar de todos los placeres de la vida, de las caricias, de los olores, de la música, del atardecer, de la lluvia. Que te permiten bailar, cantar, caminar, abrazar. 
Ama tu mente, que te permite tener una vida organizada, práctica, que se acuerda de cuando hay que hacer la compra o planificar unas vacaciones. Pero recuerda que es una herramienta para ti, no eres tu mente. Y cuando se excede puedes pararla, puedes silenciarla, puedes simplemente ignorarla y puedes distraerla. A la mente le encanta jugar, así es que juega con ella cuando te moleste, con sus bucles, sus dudas, sus miedos, juega con ella. Transforma sus imágenes, inventa cuentos con finales felices, enséñale a trabajar en positivo. 
Ama tus emociones, que te elevan al cielo y a veces también te hunden en lo más profundo. Tampoco eres tus emociones. No tienes por qué dejarte arrastrar por ellas. Puedes aprender a sentir la ira y observarla desde lejos, separarte de ella. Aunque sientas cómo sube su fuego, respira. Respira y simplemente obsérvala; es como un suflé, igual que sube bajará, como las olas del mar.
Y por supuesto ama tu cuerpo espiritual, el de la consciencia, el que conecta a tu Yo Superior, a tus Guías. Vívelo, crea espacios para desarrollarlo. Pero ánclate siempre a la Tierra, a Gaia. El plan es traer el cielo a la Tierra, sé vehículo para ello, permite que la luz te atraviese, que el amor de Dios te empape, te inunde y salga por cada uno de tus poros.

Es hora de que reconozcas tu parte divina, de que sientas cómo el Universo habita en ti igual que tú habitas en el Universo. Es como una respiración; una inspiración, una espiración. Él entra en ti y tú entras en Él, es un intercambio mutuo, una simbiosis. El Universo vive a través de ti y tú a través del Universo.
Atrévete a bailar con Él, con Ella, es padre y es madre. Atrévete a bailar con tu divinidad, a explorarla, a dejar que se exprese. 
Deja que la luz crezca en tu corazón. Siente su calor, su ligereza. Siente cómo palpita, como te llena de vida.
Y ¿por qué no? cada día permítete hacer pequeñas locuras de las que encienden sonrisas y alegran el corazón. 


Maestros, guías y seres de luz
a través de Pilar González