"La dulzura de los frutos"


CANALIZACIÓN 10-sep-2022 (texto y audio)

«Permitid que vuestros frutos crezcan, caigan maduros y puedan ser disfrutados por los demás y por vosotros mismos»


Bienvenidos, amigos, una vez más. Siempre nos alegra el corazón que nos dediquéis este momento, este espacio, que abráis vuestros corazones para unirlos a los nuestros, ¡gracias!

Para nosotros es una fiesta, hoy especialmente; se acerca el equinoccio de otoño, una época maravillosa, mágica, de renovación, en la que se pierde todo lo superfluo, todo lo que se ha acumulado durante el verano, durante la primavera, que a veces es un exceso. En ocasiones todo eso se deja caer, como las hojas, y es momento de volver a la esencia, de volver a lo imprescindible. Es momento de compartir en intimidad, en pequeños grupos, el verano se presta más a la multitud, pero ahora vamos hacia esa intimidad, hacia el interior. Por supuesto, en este mundo bipolar que habitáis, en el otro hemisferio se recorre el camino contrario y se va hacia la expansión y hacia el crecimiento pero, como veis, son los dos polos de la balanza que mantienen un equilibrio para la humanidad. 

En cualquier caso es momento de frutos, da igual que sean frutos de primavera que de otoño, cada estación tiene los suyos pero ambas tienen frutos. Es momento de recoger el trabajo que habéis realizado. Cada vez vais a comprobar que todo se acelera y que si ponéis el corazón en lo que hacéis todo fluirá maravillosamente, y será como viajar en una alfombra mágica, podréis volar si lo hacéis desde la coherencia, desde el amor y pensando en el bien común, porque el sol sale para todos, ¿verdad? No solo para los que juzgáis que lo merecen.

El juicio… La humanidad durante mucho tiempo ha ansiado justicia, pero la justicia no existe poque el juicio siempre es erróneo, porque nunca conocéis completamente qué hay en el corazón del otro, qué hay en su mochila, qué arrastra ese alma, ese ser. Os aseguramos, porque vemos vuestros corazones con nitidez, con amplitud, que todos hacéis lo mejor que sabéis en cada momento. Y es cierto que hay almas muy confundidas, muy olvidadas de sí mismas y muy olvidadas del amor hacia sí mismos; esas almas están recorriendo aún un camino en sombra pero ¿no os parece suficiente castigo ese? Dejadlas, dejadlas encontrarse, y si podéis acercarles una luz cálida que las ayude a recordar cual es el camino hacia el amor, hacia sí mismos, tanto mejor.

El amor siempre es el camino, siempre es la respuesta. No hay nada, absolutamente nada en el Universo, en ningún Universo, más poderoso que el amor.

La justicia es del ego. El ego se siente herido, el ego se siente perjudicado, pero el alma nunca, porque el alma sabe que su camino no se lo puede arrebatar nadie, que sus dones no se los puede arrebatar nadie. El alma sabe que es abundante; sabe que por mucho que dé, siempre multiplicará, que va a recibir siete veces más de lo que esté regalando, el alma no teme perder nada porque sabe que no es posible. 

Así es que permitid que vuestros frutos crezcan y caigan maduros y puedan ser disfrutados por los demás y por vosotros mismos, porque cuando tú entregas tus frutos siempre vas a obtener frutos a cambio, porque el Universo funciona de esta manera y todo lo que va, vuelve. Así es que no tengáis miedo de dar más de lo que vais a recibir porque no es posible, cuanto más des, más recibirás, ten la certeza.

Puede que te sientas pequeño, que creas que no tienes frutos que dar. ¡Ah! Que equivocados estáis, a veces, no sabéis apreciar vuestros frutos porque  estáis tan acostumbrados a ellos que no los percibís. Y no percibes que al otro le estás haciendo sonreír, o le estás haciendo sentirse querido, o escuchado, o que esa atención que le prestas le hace sentirse importante, visible, especial. Es tanto lo que dais… Cada mirada, cada palabra, cada sonrisa, cada caricia, son frutos maravillosos y nunca caen en saco roto; y si encima lo hacéis con atención, con dulzura, con consciencia, esos frutos crecen, se multiplican y el que los recibe se siente absolutamente regalado y afortunado, y entonces se anima también a dar sus frutos.


Os pedimos ahora que imaginéis que sois un gran árbol, podéis elegir cualquier árbol o dejar que venga a vuestra mente una imagen cualquiera. Visualizad cómo de vuestros pies crecen unas raíces fuertes, largas, que van penetrando en la madre Tierra profundamente. Sentid cómo podéis abrazarla, cómo vuestras raíces se interconectan y profundizan y se enredan unas con otras, sentid la frescura de la Tierra, y siguen creciendo hasta llegar al corazón de Gaia. Y al llegar a ese corazón Gaia os regala su sabia, su amor, su alimento, y podéis sentir cómo sube por esas raíces, cómo va endulzando a su paso y fortaleciendo todo vuestro ser. Cómo llega a vuestro corazón y lo inunda con su energía, con su fertilidad. 

Y ahora ved como vuestros brazos se alargan al cielo y de vuestros dedos crecen ramas y más ramas fuertes, altas, llenas de hojas, de flores, de frutos. Son ramas fuertes que se conectan al sol, al mismo sol Central. Sentid cómo su energía penetra en vosotros, os ilumina, os llena con su calidez, con su sabiduría, y toda esa energía va bajando inundando todo vuestro ser hasta  llegar al corazón, donde se mezcla con la energía de Gaia. 

Así sois, un canal entre el cielo y la tierra, hijos del cielo y de la tierra. Llenos de fuerza, llenos de luz, llenos de abundancia. Y podéis dejar que os meza el viento, la brisa, sois un gran bosque que baila, podéis oír las hojas que cantan y juntos formáis una maravillosa canción que acuna a Gaia, que resuena en todo el Universo, en toda la humanidad. 

Somos uno. Sentid la fuerza, la plenitud de ser uno con Gaia y con el Universo, con la humanidad.


Queremos pediros que cada día dediquéis un momento a pensar: qué frutos quiero dar hoy o qué frutos estoy dispuesta a dar. Pensad también que lo que queráis recoger va a depender de lo que deis, así es que intentad dar aquello que queréis recoger.

Nosotros os regalamos nuestro canto, os recordamos que una manera maravillosa de cambiar vuestra energía, de recalibraros, es el canto, la música, el baile… Son herramientas que podéis utilizar para manteneros equilibrados. 

Si nos permitís, nosotros nos sentimos vuestros jardineros: os cuidamos, os mimamos. A veces es necesario podar y a veces abonar, y con todo nuestro amor y mimo os regalamos los mejores cuidados. Y cuando os vemos florecer y dar fruto nos alegra profundamente porque nos sentimos partícipes de ese resultado, como os sentís vosotros cuando recogéis los frutos de vuestro huerto. Todo es una colaboración.

Las plantas se ayudan unas a otras, a través de sus raíces intercambian nutrientes, agua, unas con otras. De igual modo haced vosotros, colaborad unos con otros y todos os beneficiaréis.


Queridos amigos, gracias por compartir, por los frutos que nos regaláis, que os regaláis, porque todo lo que dais a los demás, os lo dais a vosotros mismos. Aquí nos tenéis, a vuestra disposición, felices de cuidaros. 

Nos vemos pronto. Disfrutad de la dulzura de los frutos.



Maestros, Guías y Seres de Luz 

a través de Pilar González


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