"Sed árboles"
«Extended vuestras raíces en colaboración, y vuestros brazos respetando el espacio de los demás... así podréis compartir vuestros frutos y enriqueceros unos a otros»...
Queridos amigos, bienvenidos como siempre.
Es una alegría para nosotros un día más que estéis aquí, que abráis este espacio, que abráis vuestros corazones.
Hoy queremos fijar nuestra atención en eso, en la energía del corazón.
Vuestros corazones son como diamantes; a veces están aún en el formato carbón, endurecidos y negros por el dolor, por los traumas, por las heridas. Pero dentro de ese carbón que os puede hacer sentir incluso a veces pequeños o miserables, o incluso malas personas, dentro de ese carbón, hay un diamante; vuestro potencial es el del diamante. Sois diamantes cada uno de vosotros, no lo dudéis. Y para convertiros en diamantes sólo tenéis que permitiros ir hacia dentro, ir a lo más profundo de vuestro corazón.
Os pedimos que visualicéis así vuestro corazón, como un diamante brillante que es capaz de absorber toda la luz y a su vez volver a reflejarla.
Nos gustaría que imaginaseis cómo del Sol Central del Universo recibís un rayo de luz a vuestro "diamante-corazón", y cómo esa luz llega hasta el interior, hasta el centro de vuestro corazón y vuelve a salir refractada a través de todas esas caras diamantinas. Y cómo en ese haz de luz que se abre desde vuestro corazón os unís al resto de corazones de vuestro entorno, de vuestra ciudad, de toda la humanidad.
Y realmente así es, estáis unidos por la energía del corazón, unidos al resto de humanos, al resto de seres que habitan con vosotros en este planeta, y al resto de planos. Sois uno. La humanidad es un ser que avanza imparable hacia la primavera, hacia el renacer.
No estáis solos. Habéis crecido en un paradigma de "Solo contra el mundo". Dejad que ese programa mental caiga, abandonadlo, porque os hace daño y os impide crecer. Es un programa obsoleto. Simplemente tenéis el poder de decidir abandonarlo e incorporar un programa mucho más saludable, para ti y para todos los demás. Es el programa de "Soy uno", soy uno con el universo, soy uno con los demás, y con ellos me nutro y crezco, en colaboración. No tengo que luchar contra nadie, ni contra mí mismo.
Es el momento de la aceptación, de que os aceptéis a vosotros mismos, tal cual sois, con vuestras fragilidades, vuestras heridas y vuestra belleza, y vuestras capacidades y dones.
Ya sabéis que las fragilidades son semillas. El potencial está y algún día lo alcanzaréis, en esta vida o en otras, pero simplemente es eso, está en crecimiento, en proceso, nada más. No tiene que agobiaros, solamente tenéis que aceptar que no todos vuestros aspectos están igual de desarrollados; unos están en plena floración y otros aún son semillas, y no pasa nada, es adecuado.
Y al resto de personas les ocurre lo mismo. Cuando chocas con una persona intenta no luchar, sino intentar comprenderla, intentar respetar su miedo, su dolor, su herida, su necesidad. Cuando alguien se cierra con algún tema, con algún aspecto, está luchando consigo mismo. Pues respeta ese proceso, no te unas a su lucha, simplemente respeta su proceso, ofrécele comprensión e intenta desde la comprensión y el respeto ir a puntos comunes, a lugares de encuentro desde los que podáis crear. Crear nuevos enfoques por ambos lados, por ambas partes. Desde el respeto, desde la aceptación, desde el amor, crece todo, se construyen redes, y eso os fortalece. Y ofrécete a ti mismo/a ese mismo respeto, esa misma comprensión, esa misma aceptación, ese mismo amor hacia tus partes en proceso, hacia tus partes más frágiles, más delicadas, porque aún son semillitas, aún son brotes.
Os pedimos ahora que os visualicéis como una semilla, una semilla llena de luz; y visualiza cómo esa semilla recibe el sol, la luz del sol y el agua. Y dentro de los brazos de la madre Tierra se siente amada, se siente abrazada por el cielo, por la tierra, y empieza a crecer, a desplegarse, al principio con más timidez, y poco a poco se va sintiendo más fuerte, va sintiendo cómo le nutre su entorno y empieza a desarrollar raíces y tallo con ramas. Y siente cómo esas raíces y esas ramas poco a poco van creciendo, van desarrollándose. Y en ese proceso de expansión, de crecimiento, se encuentran con otras raíces y con otras ramas, pero no se sienten amenazadas si no todo lo contrario. Saben que son un apoyo, que son una red de apoyo. Les ayudan a nutrirse, a llegar a nutrientes que están lejos de ellas, pero que las otras raíces se los pueden acercar, se los pueden transmitir.
De la misma manera vosotros podéis nutriros unos a otros. Vuestras diferentes visiones del mundo son complementarias y os enriquecen si sois capaces de compartirlas con respeto y amor.
Y de igual modo, al extender las ramas los árboles, fijaos, nunca se tocan. No se estorban unos a otros por cerca que estén, se dan el espacio suficiente para crecer el uno al lado del otro, con las raíces unidas nutriéndose; desde la esencia se nutren, comparten su esencia, y abren sus brazos sin molestarse unos a otros para dar cada uno sus frutos.
Sed árboles.
Los árboles son flexibles, dejan que el viento los mueva, bailan con él. No se ponen rígidos intentando que nadie los mueva de su posición, no, dejan que el viento los agite, que se lleve todo lo que ha muerto, todo lo que ya no sirve, sus ramas, sus hojas. Y no sienten miedo, solamente agradecen al viento que los limpie, que los sacuda para que caiga todo lo que ya no sirve. De igual modo dejad vosotros caer esos programas mentales que ya no os sirven, que os atan, que os limitan. A otras generaciones les sirvieron, pero hoy ya no son útiles, dejadlos ir.
El cambio no es una amenaza, el cambio es crecimiento. Sólo hay que tener paciencia y darse el tiempo para asimilar los cambios. Juega con los cambios, vuelve a ser niño. Los niños no tienen miedo a aprender, porque tampoco se ponen plazos ni objetivos concretos, simplemente curiosean y se permiten el tiempo necesario para aprender lo que quieren aprender, sin exigirse tiempo.
Pon en tu vida espacio para la ilusión, para la curiosidad, para hacer cosas porque sí, por gusto. Porque esas son las que alimentan el alma. Al alma hay que alimentarla todos los días, igual que alimentas el cuerpo, igual que alimentas la mente con conocimiento. Y del mismo modo hay que dar espacios de descanso, igual que das espacio al cuerpo para dormir. Hay que dar espacio a la mente para jugar, para observar, y espacio al alma para disfrutar, para contemplar.
Nos despedimos de vosotros y os animamos a ser árboles, a extender vuestras raíces en colaboración, y vuestros brazos respetando el espacio de los demás, pero así podréis compartir vuestros frutos y enriqueceros unos a otros. Y acordaos de bailar, de cantar, de jugar, de divertiros.
Sed felices. Hasta pronto, diamantes, brillad.
MAESTROS, GUÍAS Y SERES DE LUZ
a través de Pilar González
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